Dice una antigua leyenda china que en lo alto del cielo hay un agujero por donde se cuela la luz. A su vez, hay diez soles que se turnan para aparecer en el cielo. Ellos se trasladan en un carruaje tirado por dragones conducido por su madre. Temprano por la mañana, el sol de turno emerge desde el valle de la luz y es bañado por su madre en el lago situado en el extremo Este de la tierra. Cerca del lago hay un árbol enorme de moras. Recién bañados, los soles se trepan al árbol. Mientras nueve soles se quedan en las ramas, el décimo sol trepa hacia lo alto del árbol y allí asciende al carruaje y cruza el cielo hasta el monte Yen –Tzu en el oeste lejano, donde los dragones son liberados. En el Oeste también hay un árbol llamado Jo por donde desciende el sol .El sol residía sobre un árbol, llamado Fusang o Kongsang. Por la mañana, Se levantaba de este árbol para posarse y dormir sobre otro árbol situado al oeste. En la antigüedad, había diez soles. Un día, estos se levantaron al mismo tiempo, infligiendo a los hombres un calor intolerable. Yi derribó a nueve de ellos con sus flechas, por lo que no permaneció más que uno. Según la mayoría de los textos, el mismo Yao pidió al arquero Yi cortar los soles en vez de derribarlos, pero éste es el resultado del cruce de las mitologías chinas e indoeuropeas, ya que Yi es un héroe indoeuropeo. Este mito de los soles múltiples existe en otro pueblo del Extremo Oriente, en Siberia, e incluso en algunos relatos Amerindios, prueba de su antigüedad
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